Hace unas semanas aprovechamos el día de fiesta del 31 de octubre para irnos de excursión al
nacedero de Urederra en navarra. Sí, de excursión, yo, que soy más inútil en el monte que un semáforo. Pero gracias a la persuasión de mis amigos, las fotos del lugar y la promesa de que no había cuestas me convencieron.
Salimos por la mañana con dirección Baquedano, los cinco amigos tan apretujados en el coche de Jon que cuando llegamos ya no sentía el culo. Dejamos el coche en un aparcamiento para los excursionistas en el pueblo y vi un montón de niños. Eso me alegró, si se llevan niños a esa excursión es que yo también puedo hacerla.
Emprendemos el camino, y hay algo que me desconcierta, vamos cuesta abajo, lo cual significa que a la vuelta hay que subirla, ya me han engañado...me quejo un rato, pasan de mi, cuento un chiste malo como venganza y seguimos (así funcionamos).
Pero al llegar al río dejo de quejarme, el agua tiene un color turquesa claro alucinante y está todo lleno de cascaditas. Vamos andando por el sendero fotográfico haciéndonos un book, ahora apoyados en el árbol, ahora Jon casi se cae al agua, ahora Alba casi se despeña por las escaleras de piedras...vamos lo habitual. Por cierto, todo esto bajo la atenta mirada de la señora de naranja, que nos sigue y se para cada vez que nosotros nos paramos, era como uno de esos cuadros de Cristo que da igual hacia dónde te muevas porque siempre te está mirando...inquietante.
Pero claro se termina el sendero bonico y se aparece ante nosotros la cuesta de barro y piedras más larga que yo recuerde. No creáis que no me esforcé, yo luché, pero a cinco metros del final ya no podía más y me paré asfixiada bajo la atenta mirada de Ane (que se detuvo a esperarme, que buena es) y con los otros tres gritándome ánimos desde arriba. Lo peor eran los jubilados que bajaban y me decían "venga chavala, que lo hemos subido hasta nosotros".
Ahí ya recogí mi dignidad del suelo y seguí. Por fín después de "uy que me resbalo en esta piedra", "argh otra cuesta de piedrecicas", y "oye que en este puente solo se pueden estar ocho que si no morimos" llegamos al nacedero, fácil de reconocer porque estaba todo el mundo sentadico comiéndose su tortilla de patatas para reponerse. Yo era feliz, creyendo que descansábamos, pero no, de repente veo a estos que se meten por entre unas piedras y siguen andando, y yo ahí me vuelvo loca, pero loca en plan concursante de Pekin Express que lleva 8 horas andando (nosotros llevábamos 2 horas...) y me pongo a chillar "¡Ah no!¡¿pero por qué seguís andando?!¡paraos ya, que os vais a dar contra la pared!¡que no hay más!¡¿qué quereis, que me suba escalando por el despeñadero?!". Ane delante flipando muerta de risa, los otros sacando fotos, el señor que tenía yo al lado aguantándose el descojone...
Luego la vuelta fue mucho más tranquila, atajamos por otro lugar que tenía un ligera cuesta y aparecimos en el pueblo ( yo me alegré mucho porque pensaba que el atajo nos dejaba a la mitad y me tenía que comer la cuesta del principio).
Cogimos el coche, nos fuimos a comer a un restaurante de carretera y terminamos en Estella tomando un café y alucinando con la de niños disfrazados de Halloween que había.
No podemos olvidar la gran banda sonora que tuvimos a la vuelta, canciones Disney y el tema "Sin miedo a nada" versión Karaoke.