Hace unos días fui con Ane a la Tahona que han abierto en nuestro barrio. Llevábamos bastante tiempo con ganas de ir, pero las Tahonas son conocidos por ser territorio protegido de "las señoras", a menos que tengas más de 60 años las probabilidades de conseguir una mesa se reducen a un 3%.
Al parecer algún ser celestial oyó nuestras quejas y al pasar un día por delante vimos que se iba a librar una mesa. Mientras Ane pedía los cafés yo me quedé a una distancia prudencial de la mesa para poder cogerla antes que nadie. Fue entonces cuando apareció ella, una señora con aires de magnificencia que sin duda quería apoderarse de MI mesa a pesar de haber llegado más tarde. Actuaba con discreción, miraba al pan, luegoalamesa, miraba las lámparas, luegolamesa, me miraba a mi, luegoalamesa...A todo esto la que estaba recogiendo sus cosas se lo tomaba con parsimonia, totalmente ajena al duelo visual que teníamos la señora y yo.
Y entonces ocurrió, la de la mesa se marchó y vi por el rabillo del ojo cómo la señora se intentaba abalanzar sobre el objetivo, pero ella no contaba con una cosa: yo soy más joven y por lo tanto más rápida. Así que, con una veloz finta, la esquivé y me senté en la silla. Ella me miró con cara de desprecio y resignación y se marchó en busca de otra víctima.
Ahora por las noches tengo pesadillas con la señora...
jajaja me encanta! es como el juego de la silla
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