Comprarte un cacao en el H&M, salir a la calle, tirar el plástico y el ticket en la papelera de enfrente, empezar a cruzar el paso de cebra, que la barra este rota y se deslice con elegancia hasta el asfalto antes de llegar a tocar tus labios, que un coche pase por encima y el cacao se convierta en lo más parecido a los restos que dejaría una pantera rosa en miniatura atropellada.
Menos mal que los de H&M fueron majos y me dieron otro al ver mi cara de shock/pena.
Los momentos absurdos han vuelto a mi vida.