Dientes, dientes limpios...

Mi sobrino Urko es un poco bipolar conmigo, unos días llega y me da un beso enorme y otros en cambio me ve y se enfada (por no decir que una de sus frases preferidas es "¡Alba no!" aunque yo esté en el sentada en el sofá sin hacerle caso).

La mayoría de las veces que necesita ayuda, para ponerse el babero, rematar el yogur o ir al baño, suele preferir que lo haga la abuela (rara es la vez que me lo pide a mi), pero hay una cosa para la cual suelo ser la primera opción, el cepillado de dientes.

Los días que llego a comer a casa y está el enano suelo coincidir con su merienda. De modo que cuando terminamos los dos de comer y le enseño los dientes salta de su sillita de mimbre y la arrastra hasta el baño al grito de "¡Alba dientes!¡Los dientes!". Le pongo su pasta de dientes infantil en su cepillo y antes de que yo empiece a cepillarme los dientes ya se ha comido la crema (no le voy a juzgar, yo hacía lo mismo con la que salía en forma de estrella...mmm...azul...), pero se queda ahí mirando como me cepillo e imitando los movimientos y al final, cuando me enjuago, él se lleva el agua a la boca, se la bebe y echa un intento de escupitajo. Es nuestro momento.